PRENSA ACTC. José Manuel Urcera, el ganador que no fue en la carrera disputada en Rafaela.
No es la primera vez que ocurre. Y seguramente tampoco será la última. Después de finalizada una competencia y de realizarse la ceremonia del podio, quedan abiertas dos opciones a la hora de oficializar la clasificación, algo que, justo es reconocerlo, consta en la respectiva planilla, en el apartado que expresa, con una absoluta claridad, que la misma “está sujeta a las verificaciones técnicas y deportivas”.
Este domingo, el público que respondió a una convocatoria limitada, se retiró del autódromo “Ciudad de Rafaela” con la plena convicción que había asistido al triunfo, incuestionable por cierto al margen de un apercibimiento de las autoridades deportivas, del rionegrino José Manuel Urcera (Chevrolet), un piloto que, a esa altura de los acontecimientos, todos definían -me incluyo- como un especialista en el trazado del Club Atlético, por haber ganado, hacía poco más de dos años, la “Carrera de los dos Millones”.
“Manu” dominó de principio a fin y salvo esos “pontonazos” con Juan Bautista De Benedictis (Ford), antes de ingresar por primera vez a la chicana 1, a lo largo de las 20 vueltas no pasó ningún sobresalto, porque en todo momento controló la situación, aún cuando en los útimos giros se acercó Nicolás Bonelli (Ford), quien lo escoltó cuando la bandera ajedrezada decretó el cierre del espectáculo desarrollado en la tarde del sábado.
El rionegrino y el entrerriano festejaron en el podio acompañados por el marplatense Christian Ledesma (Chevrolet), quien finalmente heredó la victoria tras la revisión técnica que derivó en las exclusiones de quienes lo habían precedido al completarse el recorrido pactado.
Esta misma temporada, se generó otra situación, en esa oportunidad controversial, cuando Gastón Aguirre (Ford) había sido declarado ganador del “Desafío de las Estrellas” en el autódromo “San Juan Villicum” de la provincia cuyana, antes que llegue la corrección de los oficiales deportivos, que varió el resultado de la competencia y le terminó concediendo la primera victoria en la especialidad a Gastón Mazzacane.
Transgresiones reglamentarias y errores inadmisibles que se registraron en esta desnaturalizada temporada, porque el hecho de estar inmersos desde hace un año y medio en una pandemia global, obligó a tomar decisiones que en otras circunstancias ni siquiera se habrían considerado: las aplicaciones de protocolos sanitarios y variantes sustanciales en los cronogramas.
Rafaela fue testigo de esas imposiciones. Por un lado, se habilitó el acceso de escasos 3.500 espectadores y en una sola jornada. Por el otro, los horarios que se aplicaron el sábado, estuvieron muy lejos de ser los habituales, particularmente el establecido para la puesta en escena de la final del TC, que se inició después de las 16:00.
Son aspectos que dan lugar a los cuestionamientos de los seguidores de la categoría más popular de nuestro deporte motor, que con una antigüedad que ya supera las ocho décadas, tuvo que sobreponerse a no pocas dificultades en ese largo camino. Hoy, por diferentes motivos y con preocupante frecuencia está, como otras veces, en el ojo de la tormenta. Algo que no le hace bien a este verdadero fenómeno social, que sufrió varias transformaciones, a partir del avance tecnológico, que luego de nada menos de cuarenta años, archivó definitivamente a las legendarias cupecitas.
Hoy, muchos sostienen que se perdió definitivamente la esencia del original Turismo Carretera. Son los mismos que en una ontradicción que es poco menos que inentendible, siguen defendiendo a ultranza a las marcas y modelos que ya no se fabrican desde el siglo pasado y que siguen habitando en la categoría.
Los fanáticos se identifican con Ford y Chevrolet desde que nació una rivalidad que aún perdura, después de más de ochenta años de aquellos primeros duelos entre los Gálvez y Fangio, que entre tantos otros próceres de aquella definitivamente lejana, pero también dorada época, cimentaron el inicio de una historia que volvió a escribir un nuevo capítulo en Rafaela, a lo largo de una fecha que marcó el comienzo de la “Copa de Oro”, con una velocísima final que de una manera no tan sencilla de explicar tuvo a los dos primeros quedándose con las manos vacías y a un tercero festejando una victoria impensada.