FOTO ARCHIVO. La primera victoria de Ford en Le Mans se concretó en la edición 1966 con Bruce McLaren y Chris Amon.
“Contra lo Imposible” es el nombre de un filme producido en Estados Unidos e identificado como de corte “dramático y deportivo”, que fue estrenado en el año 2019, al cumplirse exactamente cuarenta años de la última victoria del Ford GT40 en las “24 Horas de Le Mans”.
La competencia de resistencia más famosa del mundo se disputó por primera vez en el año 1923 y finalizó con el triunfo de los franceses André Lagache y René Leonard, quienes se alternaron en la conducción de un Chenard-Walcker, también fabricado en el país que desde entonces recibe al maratónico desafío en el Circuito de La Sarthe.
Marcas prestigiosas como Bentley, Alfa Romeo, Bugatti, Ferrari, Talbot Lago, Jaguar, Mercedes Benz y Aston Martin, lograron imponerse en la prueba durante las primeras ediciones, hasta promediar la década del cincuenta.
Después, sería abrumadora la superioridad de Ferrari, que se impuso en seis ediciones consecutivas, entre 1960 y 1965, con diferentes modelos y pilotos. Ya en esa época, Ford decidió llevar adelante un proyecto con la declarada intención de ponerle fin al dominio de la casa de Maranello.
La tarea no resultó sencilla. Bajo el nombre de Total Performance la marca estadounidense con sede en Detroit, intentó, sin fortuna, adquirir a la escudería con sede en Italia, no solamente para hacer pie definitivamente en la actividad deportiva en Europa, sino también para garantizarle un respetado equipo de diseño y proyección a Ford Advanced Vehicles de Gran Bretaña.
Los norteamericanos, peso a verse frustrado su deseo inicial, comenzaron a llevar adelante nuevos contactos, en ese momento con Cooper, Lotus y Lola. ¿Cuál era su objetivo? Tratar de producir una máquina que tenga la capacidad suficiente como para hacerle frente a los autos del “Cavallino Rampante” y en lo posible derrotarlos en Le Mans.
FOTO ARCHIVO. El belga Jacky Ickx y el británico Jackie Oliver se impusieron en la competencia de 1969.
Fue así como empezó una nueva historia, que desembocó en la aparición del Ford GT40, una suerte de pasada en limpio del Lola GT. Un chasis monocasco que fue recubierto con paneles de fibra de vidrio, recibió en sus entrañas un motor de ocho cilindros en diferentes versiones, que iban desde los 4.2 hasta los nada menos que 7.0 litros, que salían de la planta de Detroit.
La denominación del auto respondió a dos temas puntuales: la sigla GT estaba relacionada con la categoría Gran Turismo y el número 40 a la altura del coche, que alcanzaba a las 40 pulgadas.
La primera experiencia en la prueba francesa terminó siendo desalentadora, porque los tres vehículos presentados debieron abandonar. Dos autos desertaron por inconvenientes en la caja de cambios, que el equipo se juramentó subsanar en una futura participación, luego de aquel frustrante debut en la edición 1964.
Ford volvió el año siguiente, pero en esa oportunidad con cinco GT40, pero ninguno pudo alcanzar la meta, a pesar de liderar durante las primeras horas y de conseguir marcar sucesivos récords de vuelta. Como balance, no era el mejor, pero sí permitía establecer algunas conclusiones. El auto tenía un buen potencial, pero no era confiable, una virtud fundamental en una exigencia de esa naturaleza.
Mientras tanto, Ferrari seguía disfrutando de las mieles de la victoria, la última, en 1965, con Jochen Rindt y Masten Gregory, conduciendo la Ferrari 250LM. La seguidilla de éxitos, sin embargo, un día se interrumpiría, justamente cuando Ford se dio el gusto de imponerse, en 1966, con Bruce McLaren y Chris Amon, al volante del MKII impulsado por un motor de siete litros de cilindrada.
Fue el comienzo de una nueva era en las “24 Horas de Le Mans”, porque la marca del óvalo repetiría en 1967, 1968 y 1969. Y hasta se dio el gusto de vencer en la segunda oportunidad con dos pilotos estadounidenses, Dan Gurney y Anthony J. Foyt, para que el festejo sea completo en la factoría de Detroit, del otro lado del Atlántico.
Ford había conseguido lo que se había propuesto. Terminar con la hegemonía de Ferrari. Un desafío que tomó mayor fuerza luego de aquella negativa inicial de Enzo Ferrari, que hizo oídos sordos al ofrecimiento de la poderosa terminal norteamericana, que terminó destronando a sus máquinas en la segunda mitad de la década del sesenta.
Víctor Hugo Fux (Editor periodístico de Fierros Calientes)