PRENSA IMS. Una multitud impresionante es testigo de la largada de una edición de las 500 Millas de Indianápolis.
Indianápolis Motor Speedway (IMS) es el nombre de uno de los escenarios automovilísticos más famosos del planeta. En ese trazado, ubicado a unos pocos kilómetros de la capital del estado de Indiana, se desarrolla una competencia reconocida en el mundo entero por su historia largamente centenaria y por su excepcional convocatoria.
La referencia, obviamente, está destinada a las legendarias Indy 500 o 500 Millas de Indianápolis, una prueba que comenzó a disputarse en 1911 y se desarrolló con escasos paréntesis hasta la actualidad.
El trazado, similar a un óvalo, pero con marcadas alteraciones en sus cabeceras, permite alcanzar velocidades escalofriantes, que en la clasificación superan con frecuencia los 370 kilómetros por hora y en una ocasión -Arie Luyendyck, en 1996- llegaron hasta los 381,391 Km/h. Su cuerda es de 4.024 metros y el tiempo que emplean las máquinas de la categoría IndyCar para completar un giro está en el orden de los 38 segundos.
Dispone de comodidades para albergar a unos 375.000 espectadores, distribuidos en las amplias gradas existentes en las partes externa e interna, a las que se suma una amplia zona de impecable césped, que es utilizada como un gigantesco camping.
PRENSA IMS. La Pagoda es uno de los símbolos que se ubica en la recta del Indianápolis Motor Speedway.
Como periodista acreditado por el Diario La Opinión de Rafaela en cinco ediciones (2010, 2011, 2012, 2013 y 2016), tuve acceso a cada uno de los rincones del IMS. Desde los sectores de garages y revisación técnica, hasta los boxes y el pit line, estuvieron permanentemente abiertos gracias a mi credencial, otorgada por el Departamento de Prensa, a cargo de Tim Sullivan.
Mi trabajo específico, obviamente, lo cumplí en una sala que tiene una capacidad limitada a 180 comunicadores, rigurosamente ubicados en las 30 hileras de 6 pupitres cada una, con sus respectivos monitores, que permiten seguir las alternativas de la competencia desde todos los ángulos.
Ubicado a un costado de la Pagoda, el espacio acondicionado para los medios gráficos y radiales, ofrece todas las comodidades que son necesarias para llevar a cabo una tarea antes, durante y después del evento, que es realizada por enviados llegados desde varios rincones del planeta.
PRENSA IMS. El Lotus Type 38 con motor Ford que llevó a la victoria Jim Clark en la competencia de 1965.
Un párrafo destacado merece el Hall de la Fama, el imperdible museo del IMS, que ocupa un importante espacio físico en el que son exhibidos vehículos de competición que triunfaron en la Indy 500 y otros de variados y sorprendentes diseños. Para quienes viajamos desde Rafaela, tiene un emotivo significado el Colt Ford con el que Al Unser Sr. ganó las 300 Indy, el 28 de febrero de 1971, el mismo año en el que se impuso en Indianápolis.
Otra máquina que despierta un particular interés es el Marmon Wasp, que se adjudicó la primera edición de la tradicional competencia norteamericana, conducido por Ray Harroun, en el año 1911, en un salón donde en el centro de la escena se puede admirar el trofeo Borg Warner, de 1,62 metros de altura y que se instituyó por primera vez en 1936.
PRENSA IMS. Las Harley Davidson de la Policía Metropolitana abriendo la Parade del sábado en la ciudad.
Dos tiendas, separadas por el pasillo de ingreso al museo, ofrecen todos los recuerdos que uno pueda imaginarse y que se constituyen en testimonios de la visita a un edificio que se trasladó a su actual lugar en 1976, después de haberse inaugurado en 1956 en la esquina de Calle 16 y Georgetown, donde hoy funcionan la Administración y el Centro de Acreditaciones.
Otro evento que convoca multitudes es la Parade (desfile) del sábado, que tiene como epicentro al Monumento a los Soldados y Marineros, que se levanta en un lugar geográfico identificado como Círculo, que por su ubicación estratégica puede ser comparable a nuestra Plaza 25 de Mayo.
Ese día, los 33 pilotos que pocas horas más tarde serán protagonistas de la Indy 500, saludan desde automóviles descubiertos, en tanto que las bandas universitarias y los representantes de distintas comunidades le ponen una nota de color a una actividad que comienza al mediodía y que tiene una duración aproximada de dos horas, desde que se encarga de abrirla la Policía Metropolitana con sus Harley Davidson Road King y tienen el privilegio de cerrarla los autos en miniatura que replican a históricas máquinas que corrieron en la Indy 500.